Theodor adorno (1903-199) fue uno
de los integrantes de la escuela de Frankfurt, formado en música y filosofía, y fue quien más
se dedico a la estética. Publicó ensayos sobre el arte y la literatura, también
sobre la reconocida tesis de la industria cultural. Adorno tuvo gran afinidad con la música,
tanto que fue autor clave en el campo de la nueva música del siglo XX, su
influencia en este campo fue enorme primordialmente por su obra “filosofía de la
nueva música” de 1949, además de haber escrito ensayos sobre Wagner, Stravinski,
y schonberg.
Teniendo en cuenta que las
manifestaciones artísticas defendidas por adorno hacen parte de una época del
romanticismo alemán, época donde el arte tenía unas connotaciones sublimes,
caracterizadas por una autenticidad, por el “aura” como llamara benjamín a la
magia y el rito que poseen ciertas obras de arte, el encuentro con la
reproductibilidad, con la copia, con la masividad con la que llegan las nuevas
obras de arte, será cuestionada por adorno quien dirá entonces que podía darse
la liquidación del arte como consecuencia del predominio de la tecnología, y este
debate pasa con rapidez al campo político.
Considera que el arte por el arte
también está necesitado de redención, las críticas a las que somete adorno al
arte contemporáneo, será la de la subestimación por el arte autónomo, y la sobreestimación
en cambio del arte que depende de las nuevas tecnologías.
Un ejemplo de arte tecnológico será
el cine, al cual incluye en la “industria cultural”, términos que encierran de
por sí una contradicción, en cuanto la “cultura” es pensada como lo contrario
de la industria, que repite mecánicamente sus productos sujetándolos a fines
extraños.
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El Hombre de la Cámara - Dziga Vertov 1929 |
Adorno calificara de nostálgico al
concepto de autenticidad centrada en el “aura”. Además en su opinión, lo
auratico en la obra de arte está a punto de desaparecer; “no solo mediante la
reproductibilidad técnica, dicho sea de paso, sino sobre todo por el
cumplimiento de la propia ley formal autónoma”. Este afirma que el cine aunque
masivo, no siempre es revolucionario. El aspecto de cosificación puede darse
tanto en el cine como en la gran obra de arte, es decir que ambos pueden
encarnar los estigmas del capitalismo.
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Angelus Novus - Paul Klee 1920 |
El pesimismo de adorno responde a
hechos como el de su decepción ante manifestaciones artísticas como el dadaísmo
y el surrealismo, que no cumplieron con las expectativas de oposición al
sistema sino que por el contrario
resultaron incorporados en el. Adorno siente que el arte no escapa al circuito
de la mercancía y que puede convertirse en industria perdiendo lo que le es
esencial: su autonomía, es decir su libertad. El arte pierde su derecho a la
existencia en la medida en que la distancia que lo separa del mundo empírico es
artificialmente colmada por la industria cultural. Cosificadas o fetichizadas,
las obras de arte pasan a ser un bien de consumo mas.
Nuestra sociedad está marcada según
adorno, por el sentido para lo igual. Afirma que uno de los rasgos característicos
de nuestra civilización es el hecho de que todo adquiere en ella un aire de
semejanza. Así el cine y la radio son “industrias” “negocios” que sirven a la ideología
dominante, mostrando lo siempre igual. Lo
que estos medios muestran es lo siempre igual. Es un arte desartificado,
integrado al mundo de la industria cultural, es un bien de consumo mas, una
cosa más entre las cosas.
Adorno vera al arte como una
promesa de felicidad, lo relaciona con la esperanza en una sociedad liberada,
es la utopía o posibilidad prometida por la imposibilidad, que se asocia como
una toma de conciencia individual y que crece al paso de la desesperación. En
la desesperación “la esperanza es más viva”.
La utopía del arte se alimenta,
de la indigencia y el sufrimiento humano, el arte si por algo se mantiene vivo,
es justamente por su fuerza de resistencia, por ser “promesa de felicidad, pero
promesa quebrada”. A través del arte la vida aspira a ser redimida; así las imágenes
del arte son las guías que permiten rescatar los fragmentos de la vida
mutilada.
¿Cual es en definitiva la real
eficacia del arte? Adorno responde en estos términos:
La eficacia de las obras de arte
es esa advertencia que hacen en virtud de su misma existencia, y no aquella
otra que la praxis manifiesta sugiere a su propia praxis latente. Su autonomía está
muy distanciada de la praxis inmediata. Aunque la génesis histórica de las
obras de arte las convierte en un conjunto de efectos. Las obras no desaparecen
del todo en el. En síntesis la eficacia del arte está en su propia configuración
y en ser un modelo de praxis posible.
Las criticas adornianas en torno
al tema de las nuevas formas de hacer arte son validas en la medida en que si
algo caracteriza a nuestra sociedad es el afán de consumo, la perdida de los
valores por la manipulación del capitalismo, la tergiversación de la cultura a
favor de la mercantilización de la vida humana, y la utilización de estas
nuevas herramientas tecnológicas para construir un nuevo concepto de arte que
evidentemente es distinto, menos sublime, menos autentico, con la característica
de la masividad y la reproductibilidad, que en si misma determina el intercambio
monetario, la copia , la apariencia pero que en si no lleva consigo el sentido
de ser promesa de felicidad. Además de ello, no contiene eso que adorno llama la esperanza
en medio de la crisis, ser un objeto utópico capaz de despertar la sensación de
redención, capaz de ser además protesta social que verdaderamente posibilite
mostrar una realidad que necesita solución, esta que no es otra que el capitalismo.
Sin embargo no podemos desconocer
la importancia que ha tenido la aparición del cine y la radio, como medios de comunicación
masivos que han transformado y revolucionado las formas de ver y pensar el mundo, no puede desconocerse el carácter que
tiene el cine y los medios visuales como portadores de un conocimiento que
antes escapaba a nuestras conciencias por las limitaciones geográficas, las
nuevas tendencias artísticas que utilizan la tecnología para expandir sus
conocimientos, y la oleada de expresiones humanas y emociones que son capaces
de transmitir estos medios por su característica de reproductibilidad, y de
masividad no pueden satanizarse por completo. El problema radica en lo que hoy
la industria cultural ha logrado hacer con el pensamiento humano, la paradoja
reside en que parece no haber una posibilidad de controlar nuestras invenciones para que no sean objeto
de represión y alienación, artificios que han sido utilizados hoy para la manipulación
y no para uno de los fines mas supremos que debería tener el arte, sin duda
alguna el de ser una promesa de felicidad.
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